Introducción
Una construcción colectiva
De acuerdo con UNICEF en el Caribe la violencia es la mayor causa de muertes entre jóvenes y adolescentes de 15-24 años. Y América Latina en su conjunto presenta una tasa de homicidios hasta siete veces más que Europa. Cerca de 220 niños y adolescentes menores de 18 años mueren todos los días víctimas de la violencia doméstica – el equivalente a 80,000 niños por año1 . Y la mayor parte de victimas de armas de fuego en la calle son hombres jóvenes.
Pero la situación para las mujeres tampoco es alentadora. Por citar algunos ejemplos, desde la violencia doméstica, violencia sexual y diferentes formas de exclusión y discriminación, hacen que la vida en las grandes ciudades de América Latina y el Caribe sean más inseguros. En el telón de fondo, la región se encuentra con una fuerte historia de represión y violencia armada, escenarios de conflicto armado, dictaduras, y más próximamente, organizaciones criminales que operan de manera transnacional, haciendo de los territorios urbanos un campo de batalla.
El aumento de la población urbana a la vez avanza sin frenos. Estas realidades han hecho revolucionar las definiciones de paz. El concepto de paz en los grandes tratados del siglo XX donde «La única base cierta de una paz duradera radica en la cooperación voluntaria de todos los pueblos libres que, en un mundo sin la amenaza de la agresión, puedan disfrutar de seguridad económica y social»2 hoy ha tenido que “bajar de las alturas” para hablar de la vida del barrio, y de las relaciones cotidianas en países con altos niveles de inseguridad.